
Roberto entró en nuestro centro caminando con cuidado, como si pisara cristales. A sus 46 años, cada paso era un recordatorio doloroso de que algo no iba bien en su pie derecho. Llevaba en la mano un sobre con radiografías y un informe que había leído decenas de veces: «Espolón calcáneo».
«Doctora, me han dicho que tengo un espolón en el talón. ¿Hay que operarlo?», preguntó antes incluso de sentarse.
Roberto es operario en una fábrica del polígono industrial de Bilbao. Su día a día: ocho horas de pie sobre suelos de hormigón, con botas de seguridad de suela rígida que, aunque obligatorias, no son precisamente las más cómodas del mercado. Tres meses atrás, empezó a notar un dolor en el talón que fue en aumento.
El servicio médico de su mutua le hizo una radiografía. Y ahí estaba: el famoso espolón calcáneo. Un pequeño crecimiento óseo en la parte inferior del hueso del talón, visible como una espícula en la imagen.
«Es el espolón lo que me duele, ¿verdad?», insistía Roberto, convencido de que había encontrado al culpable de su sufrimiento.
Nos sentamos con Roberto y su radiografía. Era momento de desmontar uno de los mitos más extendidos en podología.
«Roberto, vamos a aclarar algo importante: el espolón que ves ahí probablemente lleva años en tu pie. Lo que te duele NO es el espolón».
Su cara de sorpresa fue evidente. ¿Cómo que no? Si está ahí, en la radiografía…
Le explicamos un dato que sorprende a muchos pacientes: entre el 10% y el 27% de la población general tiene espolones calcáneos en radiografías, y la mayoría no tienen ningún dolor. Es más, muchos deportistas de élite tienen espolones y corren maratones sin problema.
Roberto nos describió su dolor con detalle. Y cada palabra nos acercaba más al diagnóstico real:
Esos síntomas no encajaban con un «dolor de espolón» (que, de hecho, raramente existe como entidad aislada). Encajaban perfectamente con una fasciopatía plantar crónica.
Durante la exploración física, presionamos suavemente la zona del espolón. Roberto no sintió dolor significativo. Pero cuando palpamos la inserción de la fascia plantar en el calcáneo, justo donde se une al hueso…
«¡Ahí! Eso es exactamente lo que me duele», exclamó.
Bingo. El dolor no estaba en el espolón, sino en el tejido que lo rodea: la fascia plantar, esa banda de tejido conectivo que va desde el talón hasta los dedos y que actúa como un amortiguador natural del pie.
Las radiografías son una excelente herramienta para valorar hueso, pero no se ven los tejidos blandos de alrededor. Por eso utilizamos la ecografía podológica como herramienta diagnóstica fundamental.
Al colocar el transductor ecográfico sobre el talón de Roberto, la imagen fue clara e inequívoca:
«¿Ve esto, Roberto? Esta zona oscura y engrosada es su fascia plantar inflamada. El espolón está ahí, sí, pero es un espectador inocente».
Roberto reunía múltiples factores que explicaban perfectamente su fasciopatía plantar:
Factores laborales:
Factores personales:
Le explicamos a Roberto que, aunque el espolón permanecería ahí (y no había necesidad de eliminarlo), podíamos solucionar completamente su dolor tratando la verdadera causa: la fasciopatía plantar.
Diseñamos un plan integral y personalizado:
Empezamos con terapia láser de alta potencia para reducir la inflamación y acelerar la regeneración del tejido fascial. Roberto notó mejoría desde las primeras sesiones.
«Es increíble… Después de cada sesión de láser, el dolor por las mañanas es mucho menor».
Realizamos un estudio biomecánico completo que reveló una pronación excesiva durante la marcha, factor que sobrecargaba la inserción de la fascia plantar.
Fabricamos nuestras plantillas podológicas personalizadas específicamente diseñadas para:
Aunque había mejorado notablemente, Roberto seguía teniendo cierto dolor matutino. Era momento de aplicar ondas de choque.
Esta terapia avanzada estimula la regeneración del tejido y rompe las microcalcificaciones que se forman en la fascia plantar cronicamente inflamada. Realizamos tres sesiones espaciadas una semana entre sí.
«La primera sesión fue un poco molesta, no voy a mentir. Pero a la semana, el cambio fue espectacular. La sensación ahora llega a ser incluso agradable», nos contó Roberto.
Le enseñamos ejercicios específicos de estiramiento:
Además, le dimos pautas sobre:
A las ocho semanas del inicio del tratamiento, Roberto había recuperado su vida normal. Los dolores matutinos habían desaparecido por completo, y podía completar su jornada laboral sin molestias significativas.
En la ecografía de control, la fascia plantar mostraba una mejoría notable: reducción del grosor a 4,8 mm y recuperación parcial del patrón fibrilar normal.
¿Y el espolón? Seguía ahí, en su radiografía. Pero ya no era el villano de la historia. Nunca lo había sido.
«Llevo las plantillas todos los días, hago mis estiramientos por las mañanas, y siento que mi pie está mejor que nunca. Y pensar que creía que había que quitarme el espolón…», nos comentaba Roberto en su última revisión.
Este caso ilustra una verdad fundamental en podología: no todo lo que se ve en una radiografía es la causa del dolor. El espolón calcáneo es, en la inmensa mayoría de casos, un hallazgo incidental que coexiste con la verdadera patología: la fasciopatía plantar.
Tratar el espolón (mediante cirugía o técnicas de eliminación) sin abordar la fascia plantar sería como intentar apagar un incendio quitando el detector de humos. Estás eliminando un elemento visible, pero no la causa del problema.
Si has llegado hasta aquí porque tienes un diagnóstico de espolón calcáneo y dolor en el talón, hay una alta probabilidad de que tu caso sea similar al de Roberto.
Los síntomas característicos de la fasciopatía plantar incluyen:
En Centro Podológico Henao somos especialistas en el diagnóstico y tratamiento de la fasciopatía plantar y dolor de talón. No nos limitamos a interpretar radiografías: utilizamos ecografía avanzada para ver exactamente qué está causando tu dolor.
Nuestro tratamiento integral combina:
Como Roberto, tú también puedes volver a caminar sin dolor, aunque tu espolón siga ahí.
📞 Solicita tu cita y descubre qué es lo que realmente te está causando dolor.
Centro Podológico Henao – Bilbao Diagnóstico preciso, tratamiento efectivo