
«Doctor, llevo corriendo 15 años y nunca pensé que algo tan pequeño pudiera acabar con mi pasión». Estas fueron las primeras palabras de Marta cuando entró en nuestro Centro Podológico Henao una tarde de marzo. A los 52 años, esta corredora aficionada había recorrido ya más de una docena de medias maratones. Pero ahora, cada zancada era una tortura.
Marta había notado los primeros síntomas hacía más de ocho meses. Al principio, solo era una molestia ocasionaldurante sus entrenamientos largos. «Pensé que eran los zapatos nuevos», nos contaba mientras señalaba el tercer espacio entre los dedos de su pie derecho.
Pero el dolor fue en aumento.
Esa sensación de «corriente eléctrica» que se disparaba desde la zona metatarsal hasta los dedos tercero y cuarto. La quemazón intensa que aparecía especialmente al correr. Y lo más frustrante para una atleta: la incapacidad de completar sus entrenamientos habituales.
«Al principio podía correr 5 kilómetros antes de que apareciera el dolor. Ahora, a los 500 metros ya no puedo más», nos explicaba con evidente frustración.
Lo que más admiramos de Marta fue su determinación. No era una paciente que llegara de primeras a consulta. Había luchado contra el dolor durante meses, probando diferentes soluciones:
Los tratamientos habían proporcionado cierta mejoría, pero el dolor persistía. Marta podía caminar sin grandes molestias, pero correr seguía siendo su pesadilla.
El examen físico no dejó lugar a dudas. El signo de Mulder fue inmediatamente positivo, provocando ese dolor punzante que Marta conocía tan bien. Pero lo que más le impresionó fue la ecografía podológica.
«¿Eso es lo que me está amargando la vida?», preguntó al ver en la pantalla una lesión hipoecoica de 8 milímetros entre las cabezas del tercer y cuarto metatarsiano.
El neuroma de Morton en el tercer espacio era evidente. Pero había algo más: el tamaño y las características ecográficas sugerían que estábamos ante un caso que requería un abordaje más específico.
Como corredora experimentada, Marta reunía varios factores de riesgo específicos:
Realizamos un estudio biomecánico de la pisada específico para running, que confirmó nuestras sospechas sobre los patrones de carga durante la carrera.
Después de analizar su historial de tratamientos previos y la persistencia de los síntomas, decidimos que Marta era candidata ideal para la neuromodulación. Le explicamos el procedimiento:
«Vamos a realizar una infiltración de procaína directamente sobre el nervio afectado. Es una técnica que resetea la función nerviosa y puede proporcionarte el alivio que necesitas para volver a correr».
La técnica de neuromodulación consiste en la aplicación de un anestésico local de acción prolongada que actúa directamente sobre el nervio inflamado, interrumpiendo el ciclo de dolor y permitiendo que el tejido nervioso se recupere.
Utilizando la ecografía como guía, localizamos con precisión el neuroma de Morton. La infiltración de procaína se realizó directamente en la zona afectada, bajo visión ecográfica en tiempo real.
«¿Ya está?», preguntó Marta sorprendida por la rapidez del procedimiento. Todo el proceso había durado menos de 10 minutos.
Le explicamos que el efecto de la procaína comenzaría a notarse en las siguientes horas, con una mejoría progresiva durante los días siguientes.
Dos semanas después, Marta regresó a consulta con una sonrisa que lo decía todo. «Doctor, ayer corrí 8 kilómetros sin dolor. No me lo podía creer».
La neuromodulación había funcionado. El dolor eléctrico había desaparecido casi por completo, y la sensación de quemazón era apenas perceptible. Pero lo más importante: Marta había recuperado la confianza para volver a correr.
El éxito del tratamiento no se basó únicamente en la neuromodulación. Diseñamos un plan integral que incluía:
Como complemento, aplicamos terapia láser para acelerar la regeneración del tejido nervioso y consolidar los resultados de la neuromodulación.
A los tres meses del tratamiento, Marta había vuelto a sus entrenamientos habituales. Corría 20 kilómetros semanales sin molestias y estaba preparando su siguiente media maratón.
«Es increíble cómo algo tan rápido me ha devuelto mi vida», nos comentaba durante la revisión.
La historia de Marta no es única. Muchos corredores desarrollan neuromas de Morton debido al estrés repetitivo sobre el antepié. Los síntomas característicos incluyen:
Si te identificas con estos síntomas, no dejes que el dolor acabe con tu pasión por correr.
En Centro Podológico Henao somos especialistas en neuromas de Morton en deportistas. Ofrecemos técnicas avanzadas como la neuromodulación para casos resistentes a tratamientos convencionales.
Nuestro enfoque combina:
Como Marta, tú también puedes volver a disfrutar del running sin dolor.
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